
Julio Zenón Flores
A pesar de todo hice el intento de escribirte de mis añoranzas, cuando me di cuenta que tu ausencia me pesaba como una lápida de piedra y empecé a recordar cuando caminamos por la costera hasta el Fuerte de San Diego y te canté al oído tu canción favorita de Noel Nicola. “Te perdono, el montón de palabras, que haz soplado a mi oído desde que te conozco…” y cerré los ojos para imaginar tus palabras y tus gestos en aquel país al que no pudimos ir juntos y desde donde estoy seguro que no me extrañas…imaginé hasta tus fríos de la madrugada y el planchado del cabello y las medias y los gritos de desahogo, pero no pude seguir…
La realidad que me rodea me reclama y me saca del viaje. Le intenté dar la espalda desde temprano cuando desperté contento imaginando que era otro día y algo nuevo se vería bajo el sol y hasta me fui de viaje al interior del estado, para alejarme de esta terca realidad…pero me fue siguiendo…
Antes de salir abrí mi correo y aho estaba la carta de una coordinadora de periodistas, decidí no abrirla, pero no pude hacer tonto mucho tiempo, sin leerla, sabía de su contenido y sin embargo hice el esfuerzo y me fui…Pero al llegar a San Marcos, la primer pregunta que me hicieron fue ¿Qué pasó con Juan Daniel? No sé, dije, y traté de cambiar de conversación, pero ya las noticias en la TV mostraban los rostros llorosos de los que fueron cercanos a él…a mi espalda estaba el diario que no había querido abrir, pero que tenía la foto del féretro cubierto de flores y aderezado con declaraciones, algunas de ellas estúpidas y otras oportunistas… No era mi amigo, dije, pero era un buen tipo, profesional, amable; no era rico, pero no pasaba estrecheses…Pero hablemos de otra cosa, dije…Y llegó otro conocido y la misma pregunta y tu que opinas de lo de Juan Daniel, no opino nada…pero era amigo de todos…¿era tu amigo? Pregunté al alcalde, claro que si, me dijo; pues claro, era amigo de todos. Mío no, pero me caía bien…Hablemos de otra cosa, insistí, pero de que, de lo de Chade, por ejemplo, ¿de su secuestro o de su boda? ¿se va a casar?...
En eso la radio pasa un espots de una empresa radiofónica “lamentamos la muerte de Juan Daniel…” y arranca, frente a mi una entrevista con el diputado electo ¿y suted que opina de lo de Juan Daniel? ¡uuuff! Cuanta inseguridad. ¿cree que no hay garantías para los periodistas? A mi no me toca decirlo…mmmm…
Me alejo, pero no hay remedio, cerca está otro corro de periodistas y comentan que no es sólo Juan Daniel, que van como ocho muertes, ninguna esclarecida y comienzan las anécdotas…pero esto no lo puedo publicar…porque el próximo soy yo…etcetera.etetera…
Y me regreso a la casa uy enciendo el televisor y de nuevo las noticias. El periodista muerto fue sepultado…prendo la computadora y me brinca otra carta…esta vez la abro y habla de los ocho periodistas muertos o desaparecidos en Guerrero. Todo impune y un reclamo para que la PGR atraiga las investigaciones y una invitación para marchar el lunes desde el Asta Bandera…
Y yo aferrado a tratar de escribir algo de amor, de nostalgia, de esta ausencia tuya que me carcome…pero me doy cuenta que las palabras no fluyen…esta realidad tan sangrienta no da tiempo para el amor…pero hago el intento hasta que digo…no puedo…mejor me voy a dormir…será mañana…mañana, cada vez soy más escéptico de esa palabra…