TALIBANES HIPÓCRITAS CONTRA AÑORVE

DE LA GUERRA POLITICA A LA GUERRA ESPIRITUAL




Julio Zenón Flores Salgado

En la última semana se han soltado una serie de ataques contra el presidente municipal de Acapulco Manuel Añorve Baños por haberse referido en repetidas ocasiones a su confianza en Dios para mejorar las cosas de la ciudad y de su gobierno; por haber mencionado públicamente que hace oración y que pide sabiduría.
¿Quién le ataca en realidad?
En primera instancia, para quienes hemos sido ateos jacobinos y a la luz de la fe nos hemos convertido a Cristo nos parece que no es una guerra de hombres, sino espiritual. El príncipe de las tempestades utiliza a algunos hombres para hacer la guerra a las cosas y hombres de Dios, porque teme que la fe y la salvación se expandan sobre la tierra, que es su principado.
Pero analizando las cosas de modo más sencillo y humano, uno percibe que los ataques vienen de un grupo de personas de la oposición que al no poder atacar directamente por la obra de gobierno, recurren a un lenguaje de talibanes para intentar promover una reacción de rechazo de quienes no comparten el credo del presidente municipal.
Los críticos de Añorve en ese sentido, dan la impresión de ser los modernos promotores de Canoa ¿alguien recuerda esa película, donde algunos fanáticos linchan a unos jóvenes universitarios? O de aquella ocasión en 1875 en Acapulco, cuando unos enmachetados atacaron a los evangélicos que oraban en la calle de 5 de mayo, en el centro.
En realidad con su discurso aparentemente laico, promueven la intolerancia (y la reacción posiblemente violenta de los verdaderos fanáticos que en nombre de su fe han asesinado gente) con un afán evidentemente político, pues lo que quieren es minar la popularidad del alcalde, en vísperas de una campaña por la gubernatura, en la que se le considera el rival más fuerte a vencer.
Eso se asoma de inmediato cuando ve uno que los mismos que critican a Añorve por su fe (bueno, por la manifestación pública que de ella hace) no hicieron lo mismo cuando los ex alcaldes perredistas acudieron a los desfiles por Cristo; cuando otros de diferentes partidos acuden a recibir las bendiciones del arzobispo en turno; cuando van a pedirle a Tata Chuy de Petatlán; o cuando el propio gobernador (en esta misma semana) igual pide a Dios por mejorar la situación.
Dejan pues, ver la cola de inmediato. Su ateismo jacobino, su intolerancia hacia expresiones distintas a las suyas, su incapacidad de comprender el sistema democrático (aún cuando imperfecto sin duda) en que vivimos y que nos permite a ellos a como a nosotros expresar con libertad nuestras ideas y, creo que sobre todo, el temor que le tienen a Añorve, quien efectivamente representa un esperanza para miles de cristianos que esperan de él mucho más de los que hasta ahora ha dado y para los miles de ciudadanos (no sólo los acapulqueños) que sin importar su credo, lo creen capaz de ser un buen gobernante para atender las necesidades sociales.
Que por otra parte, no habría por qué no esperar milagros del Dios de Añorve, que es el mismo mío y de millones en el mundo, que es un Dios de amor, que dio a su hijo para salvarnos de la muerte.
Por cierto de eso no se ha dicho nada: hay jornadas de oración de 24 horas por 21 días en los cinco accesos de Acapulco (De la Costa Grande, de la Costa Chica, de México, en el puerto marítimo y en el aeropuerto), impulsados por las iglesias cristianas, para pedir por que el puerto sea salvo y no entre más la maldad.

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