LOS COBARDES SI
-!Desde ahí se deja uno de querer!
Me dijo ella mirándome como quien toma una fotografía en contrapicada, es decir, de abajo hacia arriba, por entre mis rodillas que se encontraban flexionabas, mientras ella trabajaba con las manos.
Su mirada era la de un obeso que apenas puede contener el peso de los párpados, pero su voz era fuerte, como su mirada.
-Ya desde ahí, uno tiene que irse buscando otra vida-, reiteró, como para creerlo ella misma.
Pero lo peor es que las autoridades ni caso le hacen a uno.
Vas a poner la denuncia y además de que te piden dinero y te hacen esperar horas y horas para recibirte, te piden cuatro testigos, que digan que lo que tu dices es cierto, pero que digan que ellos vieron como te golpeaba.
Pues nadie se anima. Y si nos golpean dentro de la casa, peor. Nadie mira. Y uno no pued eponer ninguna demanda.
Me asombré de saberlo. Un gobierno que tiene una secretaría de la mujer, que hace mucho discurso de honestidad y que critica la burocracia. No puede hacer justicia a las mujeres cuando son golpeadas.
Ese día los discursos eran incendiarios contra la violencia hacia las mujeres. En el zócalo marcharon cientos. En las escuelas hicieron cartelones, en las estaciones de radio programas especiales. Foros aquí y allá.
Miré pancartas como nunca tendidas en las calles: me llamó la atención una que decía: LOS HOMBRES NO GOLPEAN, LOS COBARDES SI.
Pero esa mujer que me boleaba los zapatos en la plaza de Iguala, con sus ojos de párpados pesados y su voz abotargada, desde su aspecto indígena, me dejó en claro la realidad de quienes hacen los discursos.
En la práctica, si eres mujeres y te golpean, llévate cuatro testigos que hayan visto, para que te puedan levantar la demanda.
!Así no se vale!, mejor ni va una. Pa que, nomas es pura pérdida de tiempo. Me dijo mientras daba el último trapazo a mi calzado.
(No le dije que el problema de la justicia en Guerrero no es sólo con las mujeres. el 90 por ciento de los guerrerenses, sea mujer o hombre prefiere no ir al Ministerio Público. Por algo será.
-!Desde ahí se deja uno de querer!
Me dijo ella mirándome como quien toma una fotografía en contrapicada, es decir, de abajo hacia arriba, por entre mis rodillas que se encontraban flexionabas, mientras ella trabajaba con las manos.
Su mirada era la de un obeso que apenas puede contener el peso de los párpados, pero su voz era fuerte, como su mirada.
-Ya desde ahí, uno tiene que irse buscando otra vida-, reiteró, como para creerlo ella misma.
Pero lo peor es que las autoridades ni caso le hacen a uno.
Vas a poner la denuncia y además de que te piden dinero y te hacen esperar horas y horas para recibirte, te piden cuatro testigos, que digan que lo que tu dices es cierto, pero que digan que ellos vieron como te golpeaba.
Pues nadie se anima. Y si nos golpean dentro de la casa, peor. Nadie mira. Y uno no pued eponer ninguna demanda.
Me asombré de saberlo. Un gobierno que tiene una secretaría de la mujer, que hace mucho discurso de honestidad y que critica la burocracia. No puede hacer justicia a las mujeres cuando son golpeadas.
Ese día los discursos eran incendiarios contra la violencia hacia las mujeres. En el zócalo marcharon cientos. En las escuelas hicieron cartelones, en las estaciones de radio programas especiales. Foros aquí y allá.
Miré pancartas como nunca tendidas en las calles: me llamó la atención una que decía: LOS HOMBRES NO GOLPEAN, LOS COBARDES SI.
Pero esa mujer que me boleaba los zapatos en la plaza de Iguala, con sus ojos de párpados pesados y su voz abotargada, desde su aspecto indígena, me dejó en claro la realidad de quienes hacen los discursos.
En la práctica, si eres mujeres y te golpean, llévate cuatro testigos que hayan visto, para que te puedan levantar la demanda.
!Así no se vale!, mejor ni va una. Pa que, nomas es pura pérdida de tiempo. Me dijo mientras daba el último trapazo a mi calzado.
(No le dije que el problema de la justicia en Guerrero no es sólo con las mujeres. el 90 por ciento de los guerrerenses, sea mujer o hombre prefiere no ir al Ministerio Público. Por algo será.
Comentarios