En la búsqueda de asumir la candidatura a gobernador, Manuel Añorve ha establecido una alianza, que que ya no se puede ocultar: la alianza con el figueroismo (un figueroismo –hay que reconocerlo- bastante distinto de aquel fundado por el ingeniero Rubén Figueroa Figueroa, en una época en que recurrió a la mano dura para sostener su gobierno, un figueroismo que con Figueroa Alcocer mostró una faceta de buena administración y de promoción de obras largoplacistas además de dar muestras de lealtad a su equipo como ningún otro gobernador en una gestión ensombrecida para la historia por la matanza injustificable de Aguas Blancas) una corriente que demostró el domingo pasado dos cosas: que en Acapulco también tienen sus canicas, por la capacidad de movilización que sigue representando para el figueroismo Cesar Flores Maldonado (con lo cual también queda claro que esa corriente ya no es de un solo partido) y, por otro lado, que se trata de una corriente moderna, capaz de convivir con otras corrientes de pensamiento, como lo demostró la presencia en el informe de Héctor Vicario, de personajes como Rogelio Ortega, militante de la verdadera izquierda tradicional guerrerense, así como de Carlos Alvarez, representante de esa izquierda atípica, digamos que “ciudadanizada” que tiene su líder en el gobernador del estado. (De paso para Rogelio Ortega, único precandidato a rector invitado, representó un paso importante porque demostró que esa izquierda que él representa también aprendió que quienes piensan distinto deben saber convivir en la pluralidad. Un paso enorme de esa izquierda tradicional y anquilosada que considera un pecado mortal todo acercamiento a quienes considera de la derecha)
Así pues, la alianza de Añorve con el figueroismo es ya evidente mientras que no se ha hecho clara aún, pese a que sin duda existe, con el renejuarismo.
Esa es la triple alianza que sin embargo no se limita a esos tres grupos, sino que va más allá y tiene aliados también en el PAN, en el PRD y en otro de los cuadros destacados del PRI: Héctor Astudillo.
La situación parece ir siendo cada vez más clara: el consenso del priismo está con Añorve, un personaje en ascenso y su candidatura sólo la podría echar abajo una decisión nacional que se inclinara por su primo Angel Aguirre, lo que –hay que reconocerlo- no está descartado, dado que el senador, es también un político bastante popular, que si la decisión fuera por encuesta, los resultados entre ambos políticos serían muy parejos.
Para que el PRI tenga candidato de unidad, hoy sólo falta que se sume Aguirre a su primo, cosa que se ve difícil, pero no imposible. Si así fuera nada impedirá que elPRI recupere la gobernatura del estado.
El PLAN B
La triple alianza está tan fortificada que llegaría al gobierno del estado aún sin Añorve, haciendo perder a Ángel Aguirre, pero el PRI vería frustrada su carrera en el estado, en tanto que el beneficiado sería el PRD a nivel nacional, que podría mediante una inteligente alianza con la Tripleta, mantener el gobierno estatal en su poder.
Eso es posible, porque en Guerrero se ha constituido una clase política transpartidista, capaz de convivir en la pluralidad, formada por una parte del PRD –la de los zeferinos y los pegeis y chuchos- y una parte del PRI, la de los añorve-figueroa y renejuaristas. Una clase que sin renunciar a su vida partidista, saben que el enfrentamiento sólo trae atraso y que en cambio la convivencia pacífica trae ganancias para todos (incluso para los gobernados, porque al unir fuerzas bajan con más facilidad recursos).
La vía del PRD para los priistas de la triple alianza –en caso de que Aguirre se hiciera de la candidatura en el PRI- para llegar al poder tiene al menos tres posibilidades: Héctor Astudillo, David Jiménez Rumbo y Armando Ríos Pitter. Cualquiera de esos tres personajes, derrotaría a Aguirre en una elección constitucional, al estilo de la elección en Iztapalapa, donde diversas fuerzas hicieron ganar al PT sin que el gobierno finalmente haya sido para el PT.
En Guerrero, el gobierno formalmente sería para el PRD, pero en el ejercicio estarían todos los grupos políticos mencionados, menos los aguirristas ni los lopezobradoristas (que en este caso son los extremos de cada partido). Una especie de gobierno de coalición estatal. Este sí sería un gobierno de transición, con perfil de izquierda.
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