Dos imágenes vienen a mi mente sobre quien fuera mi maestro de literatura, en la Universidad de Guerrero, Rafael Trejo Moreno (perdedor de la última elección de secretario general en el sindicato académico de la UAG): la primera como miembro del Partido Comunista Méxicano (PCM) en la década de los años 70 acompañando a un grupo de jóvenes universitarios guerrerenses de la izquierda radical que después se agruparían en lo que se denominó la Coalición de Comités de Lucha de Acapulco (CCLA) a pintarrajear con consignas revolucionarias el edificio de la Prepa 2, en ese entonces cueva de porros. El era responsable del transporte de la brigada, pues los llevaba en su carro, y se quedó en la avenida Ruiz Cortínes a la espera del grupo, con el motor encendido. La brigada fue atacada a balazos por los porros y paramilitares de la prepa 2 y salieron corriendo barranca abajo. Al escuchar las detonaciones, Trejo salió disparado en su autom.vil sin esperar a los estudiantes que debieron escapar a pie para salvar sus vidas. En represalia los brigadistas llegaron a otro día a la prepa 7 donde trabajaba Trejo y entre varios zarandearon el carro hasta despostillarlo, voltearlo y luego romperle el parabrisas. Al enterarse Trejo salió casi llorando a la calle: ¡mi auto! Dijo mientras se jalaba los cabellos.
La segunda es a fines del 2009, como candidato a secretario general del STAUAG, rasurando el padrón de maestros en la prepa 7 para ganar ahí, su centro de trabajo, por apenas un voto de diferencia.
El y Romualdo Hernández, ex secretario general del STAUAG, han sido siempre muy unidos. Tan unidos que el día de la elección, a Romualdo lo alcanzaron en la prepa 2 robándose la urna y maestros jóvenes de esa unidad académica además de quitarle la caja con los votos, le dieron algunos golpes. Desventajas de la veteranía: Romualdo no pudo correr tan rápido como cuando joven y lo alcanzaron e impidieron que se llevara la urna.
Hoy no comprendo bien el intento de Rafael Trejo por ocupar la secretaría general del STAUAG, cuando su jubilación está en pleno trámite y se presta a que algunos de sus compañeros especulen que lo que quería era llegar a esa posición para retirarse con la categoría más alta con un salario de 22 mil quincenales, pues se conoce que hace años compitió y obtuvo una cartera sindical que abandonó tres meses después, una vez que consiguió una mejor categoría en su carga laboral.
Tampoco comprendo el que ahora trate de encabezar una protesta contra el resultado que le fue desfavorable, mientras tiene ya en la bolsa su boleto de avión para salir rumbo a Alemania donde planea vacacionar.
Como mi maestro que fue le recuerdo con cariño, sobre todo porque a él debo mi gusto por la literatura y de él recibí alguna vez una propuesta para ir becado a la Unión Soviética, entonces pujante economía socialista y cuyo gobierno tenía muy buenas relaciones con el PCM. A él debo también muchas de mis lecturas que traía de la embajada soviética en México. Sin embargo, debo reconocer que ahora no entiendo bien su actuación en la vejez.
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