El pájaro tenía los ojos vendados y la tela hundida en la carne magullada de la parte superior de la nariz, donde se había entreverado con la piel, cuando escuchó la voz de su torturador y la identificó de inmediato. ¿Eres tu tío? Dijo en voz muy baja, con cierto regocijo interior. ¡Tío –Repitió-…Soy el pájaro, tío y soy inocente tío, te lo juro!
A ver pinche pajarraco, hazte para acá le dijo su tío mientras lo arrastraba de los cabellos para ponerlo junto a algo que parecía un muro de piedra o una pared; no tuvo tiempo de seguir tratando de identificar el sitio porque en ese momento le empezó a golpear en el abdomen con el puño cerrado y al parecer envuelto en alguna tela o quizá con las manos vendadas, acompañando cada golpe con una catarata de insultos:
-¡Comunista de mierda! ¿Qué no sabes que en esto de defender los intereses supremos de la patria no hay parentescos que valgan? ¿Acaso tú, aprendiz de revolucionario, flaquito de cagada, dudarías en meterle un balazo a tu madre si se interpusiera en tu camino hacia lo que ustedes llaman una patria nueva? Qué poco sabes de historia, Pajarraco, ¡me decepcionas de veras! ¿Recuerdas lo que le dijo Vicente Guerrero, ese insigne consumador de la Independencia, a su padre cuando se lo mandaron a que dejara las armas insurgentes? La patria es primero, mi pajarraco, ¡la patria es primero! Además, ¡Por tu culpa no podremos ir a dormir a nuestras casas. Aquí estamos, tendré que estar de guardia, trabajando horas extras que nunca me van a pagar. ¿Crees que nosotros no tenemos familia qué atender? Pues si, cabrón, nosotros si tenemos y nosotros si sabemos estar con ella, en lugar de andar de revoltosos. Y este madrazo es por mi hija que hoy no me vio porque tuve que ir por ti y tus compañeros a su guarida, y ete otro por tu madre que es mi hermana y te ha llorado cada día desde que te fuiste y la casa pidiendo que aunque sea le regresen tu cadáver; otro más por tu abuelo, mi padre que siempre pensó que serías soldado o policía o de perdida bombero; y este es por tu novia a la que dejaste preñada, cabrón, antes de meterte a este borlote; y estos otros son por mi, por mi salario, por mi cena, por mi educación, por mi familia, por mi patria. Toma, toma y toma, hijo de la chingada.
Bueno pues vez ablandada la carne hay que remojarla, dijo el tío, sudoroso y jadeante arrastrándolo hasta la orilla de un depósito de agua donde lo comenzó a sumergir, controlando sus contorsiones corporales, que manifestaban el instinto de supervivencia y sosteniéndolo de los cabellos sumergido hasta que lo veia desfallecer. Sólo dinos donde andan tus colegas guerrilleros y quienes son los jefes, nomás eso y te vamos a llevar a tu casa, le vamos a hacer ese favor a tu madre que llora por ti.
Pero el pájaro callaba tercamente hasta que llego un bendito desmayo.
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