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Juliozenon Flores | Crea tu insignia

sábado, 16 de enero de 2010

MOLINOS DE VIENTO




La defensa del laicismo

La República mexicana es un país con gobiernos laicos con normas al respecto establecidas desde la Constitución de 1857. Acapulco, en ese marco, es un municipio donde impera el laicismo.

Laicismo, sin embargo, no debe ser interpretado como la práctica del ateismo sino como aquel cuyo gobierno, ejecutivo, legislativo o judicial, es neutral en materia de religión por lo que no ejerce apoyo ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión religiosa.

En Acapulco se trata a todos los ciudadanos por igual, tanto a los creyentes de cualquier religión como a los no creyentes.

También no existe una religión de estado o equivalente y por el contrario quienes nos han gobernador han dejado calro que ejercen la libertad religiosa y ejercen el secularismo de estado.

Quienes han criticado al presidente municipal Manuel Añorve Baños por las menciones que hace de Dios en sus discursos, por encomendarse a él, quizá lo condenan porque equivocadamente creen que laicismo es igual que ateismo y quisieran que estuvieramos como en Albania bajo Enver Hoxha, donde el estado se opone a cualquier creencia y práctica religiosa.

No caen la cuenta sin embargo que no sólo en Acapulco sino en todo el país hay días que son festivos para los católicos y que lo son también para la burocracia, por ejemplo en Semana Santa, o el 12 de diciembre, día de la guadalupana o el 24 de diciembre, día del nacimiento de Cristo y no por esa coincidencia, que obedece al respeto a la costumbre popular, se puede decir que se viole el estado laico, sería esquizofrénico acusar al gobierno de “predicador” por dar esos días de asueto.

Igual ocurre en Francia y Colombia donde la mayoría de las festividades cristianas son festivos para la administración pública y los profesores de religión católica son asalariados del estado.

Y por si los desaforados críticos de Manuel Añorve no lo sabían, en los Estados Unidos de Norteamérica, los cargos públicos y los juicios legales, se juran sobre ¡una Biblia!.

Así, amigos míos, deben dejar de rasgarse las vestiduras y quitarse las armaduras de guerra que su estandarte de defensores del laicismo contra el religioso Añorve, es pura falacia, es como dirían los fanáticos del Quijote de la Mancha, confundir molinos de viento con monstruos, porque hablar de Dios, mientras no se imponga ninguna religión oficial, ni se obligue a ir a ningún culto, no se discrimine a nadie por creer o no creer en algo, no atenta en ningún sentido al estado laico. Amen

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La manera en que a la gente se le ocurra venerar, amar y temer a Dios a través de los distintos cultos y ritos es respetable, pero igualmente es recomendable que los funcionarios públicos reserven esas prácticas para sus vidas privadas para evitar malos entendidos y enconos. ¿Se han fijado en la leyenda inscrita en los billetes de dòlares, que dice "In God we Trust"?

capamaonline dijo...

Creo que usted tiene razón