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jueves, 8 de abril de 2010

LOS MEDIOS EN LA TRANSICION

La nueva disputa por los medios en México*

JULIO ZENON FLORES SALGADO

LA CUESTION de la política del estado hacia los medios de comunicación es un asunto que tradicionalmente a sido abordado con particular insistencia por quienes se sienten afectados por  la transparencia que conlleva una libertad de prensa y casi siempre, quienes hablan de ello es para pedir regulación, es decir control, sobre los medios y la acusación siempre es de amarillismo haciendo tabla rasa de todos los medios masivos de comunicación y sobreestimando siempre a los electrónicos, casi siempre con una visión centralista del desempeño de éstos, es decir, para la mayoría de los analistas los medios son sólo los que existen en la ciudad de México.

El autor del ensayo La nueva disputa por los medios en México (Democracia, transparencia y regulación responsable), Cesar Cansino, se guía por la misma lógica, sin embargo hace aportes importantes al desbrozar una visión un tanto descarnada de la actuación de los medios durante los procesos electorales, explica cual es el papel que en su opinión están jugando durante lo que él llama transición democrática y propone los aspectos en los que considera que debe regularse esa actividad.

En su introducción Cansino reconoce el papel de los medios en la nueva sociedad democrática y bosqueja la lucha actual por reglamentar o no su actividad, centrada en lo electoral y plantea un falso dilema de si el estado debe reglamentarlos o si éstos deben regirse a sí mismos. Expone que si hoy no se hace es porque el estado quiere seguir controlándolos como antes. Lo que aquí no aborda es la posibilidad de que el estado se regule a sí mismo y regule a los partidos en la compra de publicidad a los medios para que esa compra no se use como forma de control. Que compre sus espacios, pero basado en criterios de profesionalismo y penetración, en su eficacia como medios, no  como un favor.

En el capítulo 2, aborda el papel que juegan los medios en las sociedades no democráticas y en especial en la transición y se pregunta si pueden o no jugar el papel de catalizador y contribuir a la democracia.

Para Cansino la actitud de los medios no ha sido siempre la misma. Depende del tipo de régimen: en el autoritarismo se entregan al poder, en la transición son más democráticos y plurales y generan una mayor participación política.

Busca establecer parámetros de influencia de éstos en la sociedad y se  muestra un tanto escéptico explicando que en una sociedad despolitizada es poco el espacio que éstos dedican a la política  y que en la medida en que la sociedad se politiza los medios se abren y eso hace que jueguen un papel importante en las transiciones, cuando ganan credibilidad y reflejan pluralidad.

En el tercer capítulo, Los medios en la transición mexicana, aborda el tema de que en la transición los medios se democratizan gracias a que se flexibilizan los controles del estado y éstos funcionan en la lógica del mercado, aunque señala que no todos, pues algunos siguen respondiendo a sus propios intereses.
Propone que se les evalúe por su comportamiento en los periodos electorales y apunta que por ejemplo en las elecciones federales de 1988, sobre todo los medios electrónicos se mostraron dóciles al gobierno; en 1994, asegura que “perfeccionaron “ su técnica de persuasión y se presentaron más abiertos; para el 2000, cuando la crisis del régimen era más evidente y la oposición se fortaleció y los controles se relajaron, los medios abrieron sus espacios con criterio comercial. Esas fueron las elecciones del marketing, dice acertadamente, mientras que para el 2006, las campañas en medios devinieron guerra sucia. Aprovecha para decir que los medios tomaron partido y que usaron el videoescándalo, acusando a los medios, no a los políticos que los filtraron, de hacer un juego perverso.

En el capítulo 4, Cansino critica lo que llama la espectacularización de la política o sea que los políticos, más que tales parecen actores en tanto que menciona la supuesta obsesión de los medios por buscar lo chusco, más que los mensajes serios. La oferta política se acaba en el marketing, apunta.

Sin embargo, reconoce que los medios juegan un papel clave ya en el proceso de transición, que las cosas se vuelven más transparentes y que los medios vienen a sustituir a la plaza pública. Los considera actores, más que intermediarios y rechaza todo tipo de censura poniéndose a favor de que sea el ciudadano quien ponga los límites.

Ya en el capítulo 5, habla de la batalla legal y de alguna manera se contradice con lo que sostiene en el capítulo anterior pues aquí, partiendo de la importancia de la redefinición del marco legal del nuevo régimen en la transición democrática, expone que se debe regular sobre concesiones y contenidos, en particular de los medios electrónicos y se duele de que no hay avances en ese sentido.
Insiste en que el marco actual de los medios es disfuncional y propone que el estado instituya el derecho de resguardarlos por ser un bien nacional y para que sean operados en beneficio público, con criterios de imparcialidad y eficiencia, pidiéndoles transparencia, pluralidad y democracia en el acceso a ellos.
Debe crearse una nueva ley que resuelva asuntos como la libertad de expresión, el derecho a la información, el derecho de réplica, de aclaración y rectificación.

En un epílogo que denomina Post Scriptum, habla de los grandes medios que viven una reingeniería y aborda con una visión bastante simplista el caso del despido de la conductora de noticias Carmen Aristegui, de quien dice que no es un asunto importante, porque nada tiene que ver con el asunto de la libertad de expresión o censura.


 * (Democracia, transparencia y regulación responsable). Universidad Autónoma de Guerrero, México, 2008. 18 págs.


Julio Zenón Flores Salgado

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