El recorrido que realiza el gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, por el estado con el pretexto de dar su “informe de gobierno”, en realidad de informe tiene muy y poco y se ha convertido en una especie de gira para dictar conferencias con joyas de su pensamiento político pragmático.
Se ha dedicado a dar clases de lo que él considera que debe ser la política o, quien sabe, quizá se trate sólo de ideas sacadas de algún manual que él mismo no ha puesto en marcha..
En primer lugar habla de cambio. No hubo uno solo en su gobierno pues su operación se convirtió en una continuación de la actuación del ex gobernador priista René Juárez Cisnero –hombre que por cierto hoy está muy enfermo y analiza la venta de varias de sus propiedades, entre ellas un conjunto de departamentos que le compró a su ex esposa Mirna Acevedo en los Estados Unidos y uno que puso en Polanco para sus dos hijas-, con prácticamente el 80 por ciento de la fuerza laboral de nivel medio que el oriundo de la laja tenía, en los mismos puestos y con funcionarios de primer nivel en los puestos claves: ejemplos son: Jorge Bajos, hoy gran proveedor del gobierno; Jorge Peña Soberanis, secretario de desarrollo económico, amigo cercanísimo de Juárez Cisneros y principal financiador de la última campaña de Ernesto Rodríguez Escalona; éste último en la Secretaría de Turismo, donde repitió merced a los compromisos contraídos entre Juárez y Torreblanca.
El estado sigue siendo el segundo con más analfabetas, de los últimos más pobres, de los de menos desarrollo humanos, de los menos transparentes, de los más incomunicados, de los de un bajo desarrollo político, donde predomina el clientelismo –la misma práctica que los demócratas combatimos en el PRI, se vio cuando el gobernador se metió a tratar de hacer alcaldesa a Gloria Sierra a punta de regalar tinacos y láminas de cartón, con recursos públicos y la cobertura cómplice de la fundación Mariana Trinitaria.
El mismo acto de rendir un informe calificado antes por los demócratas –y quienes como él se decía ser-, como un “acto faraónico” para el besamanos y los honores al mandatario, Torreblanca lo llevó a los mismos excesos de Calígula que nombró cónsul a su caballo, pues ese acto vergonzozo de genuflexión de los otros dos poderes, lo multiplicó por siete: con acarreados, con lonches y pepcilindros, con regalo de calendarios, playeras y plumas, se los llevó a las cabeceras municipales de cada región, donde los diputados, sin siquiera poder hablar para responder al seudo informe, se convirtieron en simples damas de compañía, mientras que al Congreso, para demostrarle que se los pasa por donde no le pega el sol, les mandó a funcionarios menores a que les dieran el informe real. Hasta un encargado de despacho les mandó, lo que demuestra que para él los legisladores no están al mismo nivel del gobernador, sino de sus empleados, los titulares de las dependencias. Ellos si hablan de igual a igual, ha de decir, pero que no osen cuestionar al soberano gobernador.
Como se ve, si hubiéramos de hablar de cambio, habría sido en reversa, pues ni un gobernador priista había ninguneado de esa manera al congreso local ni había llegado al grado casi esquizofrénico de hacer que le rindieran honores en siete actos de genuflexión.
Por lo demás, lo que ahí se informa -y que no se puede cuestionar pues es un acto donde se pone en el papel del profesor-, no siempre es del todo verdad. Por ejemplo un alcalde la montaña baja me comentaba la semana pasada que lo buscaría para pedirle que realmente le entregara los recursos que según su informe ya había entregado a ese municipio para resolver problemas de drenaje en tanto que le pediría también que construyera la parte faltante de la carretera que según Torreblanca ya había sido construida en esa parte de la montaña. Sólo es una muestra de que no todo lo que se dice es cierto, quién sabe si porque al gobernador lo engañó su equipo, quien sabe.
El caso es que este recorrido del gobernador por las siete regiones con aroma a despedida del poder, nos deja la sensación de que no hubo cambios hacia la izquierda, que nos quedó a deber mucho, que le encargamos algo y se quedó con el cambio y que por lo tanto, ese cambio debe intentarse, debe buscarse, en las próximas elecciones de gobernador e impedir que él imponga a su sucesor.
Por otro lado las joyas de pensamiento político, extraídas de la filosofía del kitch, quedan como mera palabrería, huecas de contenido, al compararse con el verdadero actuar de quien las dice.
México está jodido II
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*El texto siguiente es del escritor mexicano Heriberto Yépez y me pareció
harto prudente reproducirlo. (Osease, que me ahorró el trabajo)*
¿Ya llegó a su c...
Hace 14 años
2 comentarios:
De acuerdo y no con el texto pero muy válido, sólo me queda a deber con su último párrafo, lo "kitch" (kitsch) no es una filosofía, por el contrario, dista mucho de serlo, es una corriente estética y no más. Nunca llagó a ser ni movimiento.
Muy buena su presición, Jimena, demuestra que es usted una persona culta.
Tiene razón en como se escribe, yo lo hice de memoria y no recordaba bien su presentación gráfica y lo manejé erróneamente como filosofía, porque quienes venimos del marxismo y buscamos acercarnos a la literatura, en ratos rallando en el panfleto, en los 70s tan de moda, la comparación con el llamado arte kitsch (espero haberlo escrito bien) era una cuestión filosófica, bueno, en realidad sólo para los jóvenes de entonces...
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