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martes, 15 de marzo de 2011

Un Tsunami en Acapulco

viernes 15 de junio de 2007


**Advertencia: la siguiente historia es total y absolutamente ficticia y su única intención es la de lograr que los habitantes de las costas estén prevenidos contra este tipo de evento que es probable por el solo y único hecho de vivir cerca de la playa. Fue elaborado con base en las historias mil que surgieron a partir del tsunami de Indonesia, lección inolvidable para la humanidad de lo que es capaz de provocar el mar cuando enfurece.


Trinchera de Acapulco, a 3750 mt de profundidad , 1400 km (*) de la costa del puerto de Acapulco, México. 6:25 hrs (Hora de Acapulco)

La placas oceánicas de Juan de Fuca, del Pacífico y de Cocos se movían como gigantescos animales pehistóricos en una lentísima estampida hacia el Oriente. Las placas oceánicas, mas densas que la continental de Norteamérica, se introducían bajo esta última con plástica majestuosidad, fundiendo sus millares de toneladas de roca debido a la presión y a la elevada temperatura producida por la fricción, pasando de nuevo a formar parte de la gigantesca cámara magmática que alimenta la actividad tectónica y volcánica regional.



En este proceso, repetido a lo largo de millones de años, una gran burbuja de material de diferente densidad se comenzó a acumular a lo largo de un sector considerable del sistema de fallas que se encuentra frente al puerto de Acapulco. Y el proceso se comenzaba a acelerar.



Av. Cuauhtémoc, Puerto de Acapulco, 7:05 hr hora local.

La gente se afana en la ciudad costera atiborrada de tráfico innecesario y de un humo que afortunadamente es barrido de forma continua por el sistema de brisas que refresca al puerto. Las vialidades son abiertamente insuficientes para canalizar el río de acero, cristal y plástico que a diario circula por unas calles que fueron planeadas –si acaso- para una cantidad de vehículos 10 veces menor a la actual.



Trinchera de Acapulco, 7:10 hr.

La burbuja ha crecido a tal grado que las placas por encima de ella se empiezan a volver inestables. La medida del proceso fué, en tiempo geológico, apenas un suspiro. En la medida del tiempo humano, fueron varios miles de años. El sostén que había obrado a favor de este fragmento de placa de varios decenas de kilómetros de longitud rápidamente se tornaba más débil.



Calle Cinco de Mayo, puerto de Acapulco, 7:11 hr

En el acostumbrado embotellamiento de la mañana en esta importante arteria principal, un taxi se quiso adelantar a un camión urbano y fue embestido por su conductor quinceañero que atronaba modernamente a su pasaje con bocinas de alta potencia. Los policias de tránsito – que desayunaban tacos de canasta- aún no hacen su aparición, el ambiente se hace intolerable y a la gente se le hace tarde para llegar al trabajo. Los choferes inician una escandalosa discusión callejera con grandes manoteos y mutuas acusaciones de salvajismo al manejar.



Trinchera de Acapulco, 7:15 hr.

La burbuja llega a tocar la parte inferior de la placa y se acumula contra ésta con rapidez nulificando el sostén que proporcionaba a esta zona. Súbitamente una sección de esta placa con varios kilometros de largo se fractura y cae de golpe 15 mts produciendo un sismo de dimensiones respetables. El agua, al ocupar el lugar en que estaba la placa, provoca una onda que se empieza a desplazar con rapidez de la misma manera que lo hace una ondulación de anillos concéntricos producida por un guijarro al caer en un balde con agua.



Ha nacido un tsunami.



Colonia Palma Sola, 7:16 hr.

Los habitantes de este lugar elevado de la ciudad asistían asombrados a una fuga animal masiva que con desesperación buscaba ganar los cerros. Perros, gatos, caballos de calandrias, cerdos callejeros, ratas, iguanas, lagartijas y aves que volcaron sus jaulas buscaban ganar el paso con ojos desorbitados y sin importarles gran cosa la opinión de sus amos humanos. Instinto o quizá un oído fino en extremo había detectado el zumbido sordo del sismo y habían anticipado en su conciencia colectiva lo que venía a continuación. Ni uno solo quedó en las partes bajas del puerto.



Costera Miguel Alemán, 7:20 hr.

El sismo sacudió inmisericorde a la desprevenida geografía costeña. Algunos de los edificios y casas más debiles se derrumbaron y centenares de metros cuadrados de cristales fueron a dar contra el pavimento hechos añicos . Con su instintiva y ancestral preparación los genuinamente costeños habían salido corriendo de los edificios apenas oyeron el zumbido profundo que antecede a los temblores en Acapulco. No bien se habían repuesto del susto cuando llegó el complemento de la tragedia.



De manera lenta y escalofriante tres de las 30 bocinas del sistema anti-tsunami inicialmente colocadas a lo largo de las zonas bajas de puerto empiezan a largar al aire su prolongado y significativo alarido. Los rostros de la gente que se encuentra cerca voltean a ver con boquiabierta incredulidad a esas bocinas que se creyó que nunca funcionarían.



Primero hubo problemas por su costo. La compañía Tsunami Max, contratada por una administracion municipal corrupta y voraz, había hecho un pésimo trabajo a un costo exorbitante. Luego las retiró alegando que los pagos no llegaban con suficiente regularidad. A continuación resultó que su funcionamiento dependía de servidores que se encontraban en el extranjero. Ya después de instaladas las bocinas hubo varias falsas alarmas, robos y vandalismo. De hecho, la mayor parte de las bocinas ya formaban parte de las "bazookas" en los estéreos estridentes de los siempre incontrolables camiones urbanos de Acapulco.



Para colmo, la multimillonaria boya para detección de tsunamis colocada en el fondo del mar -a un costo multimillonario también- enlazada con satélites de todo el mundo para dar un aviso temprano, había sido robada y se encontraba flotando como inútil trofeo en la pileta de agua de alguna vecindad enclavada en el indefendible Parque Nacional El Veladero. Unos niños jugaban con ella tirándole piedritas en lo que llegaba la hora del almuerzo.



Oceánico Pacífico, 1220 km de la costa de Acapulco, 7:30 hr

La ola gigante ya había alcanzado el máximo de velocidad de desplazamiento, la cual era apenas menor que la de un jet comercial de la actualidad. Aún cuando por su altura no se distinguía mucho de sus hermanas producidas por el viento, su longitud era de más de tres kilómetros y tragaba distancia con una rapidez espeluznante, dirigiéndose hacia el este con una energía almacenada equivalente a varias bombas nucleares. Pasó bajo un barco de carga en ruta hacia Los Angeles sin que la tripulación del mismo lo notara.



Zocalo de Acapulco, 8:00 hr

La noticia transmitida por televisión hacia minutos se había difundido de boca en boca y de teléfono en teléfono como reguero de pólvora. Multitudes en pánico corrían sin concierto por las estrechas calles del puerto. Un tsunami viene hacia Acapulco.



Los autobuses urbanos, ya de por sí agresivos en condiciones normales, hacían chuza inmisericorde contra los grupos de gente que se atrevían a atravesárseles en el camino, mientras que la cuota de los taxis por dejada a las partes altas de la ciudad había alcanzado la inverosímil cantidad de quinientos y hasta mil pesos. Padres enloquecidos salían de sus trabajos y espesaban inútilmente el trafico al querer alcanzar a sus niños en las escuelas. Finalmente acababan por abandonar sus vehículos en medio de la calle y a pie trataban de alcanzar los edificios que guardaban sus prendas más preciadas.



La radio transmitía tranquilizadores mensajes oficiales en inglés y español dirigidos a los turistas, leídos con una voz femenina serena y conocedora. Se temía dañar la imagen turística del puerto y se contrarrestaba con la propaganda de costumbre : “…en Acapulco no pasa nada.”



Escuela en la zona baja del puerto, 8:45

La maestra, nerviosa, pero teniendo que mostrar ante sus alumnos una confianza que no sentía, organizaba y daba a instrucciones a sus niños de la manera que le habían entrenado las brigadas de Protección Civil en infinidad de simulacros anti- tsunami que se habian puesto de moda después de un evento similar ocurrido en el Oceáno Indico hacía tiempo.



La maestra recorrió con su mirada una vez más las cuarenta caritas asustadas que con risas nerviosas se habían subido a sus butacas con sus flotis anaranjados con el logo del ayuntamiento en sus brazos y apretándose sus naricitas para no respirar agua. Ella a su vez apretó con fuerza un crucifijo que llevaba en su pecho y se encomendó al Altísimo mientras pensaba con desesperación que no hacía lo suficiente por sus hijos adoptivos.



Oceano Pacífico, 150 km de la costa de Acapulco ,9:00 hr

La gigantesca ola comenzo a “sentir” fondo y se empezó a frenar. Su velocidad de desplazamiento se redujo de 700 km por hora a solo 200, pero al mismo tiempo su altura se incrementó. Dos, cuatro, seis metros. Y de ahí hasta los nueve.



El agua en las playas se había retirado para alimentar al hambriento gigante que venía devorando kilómetros cúbicos de agua a su alrededor para aumentar su talla y hacerla descomunal. El nivel de agua en la bahía bajó varios metros. Quedaron descubiertas rocas que solo eran conocidas por los buceadores y las embarcaciones volcaron sobre sus costados al perder el sostén del agua que las hacía flotar. La corona de la virgen sumergida de La Yerbabuena se acercó peligrosamente a la superficie.



Un furibundo capitán extranjero de un gigantesco crucero de lujo atascado en el lodo de la terminal marítima le reclamaba vía telefónica al capitán de puerto el que no le hubiera avisado a tiempo de lo que pasaba. Su secretaria, que oía la amarga perorata por el speaker del teléfono, desvió la mirada pensando para sus adentros que era solo una mancha más al tigre.



El gobernador y el alcalde, con el mismo rancio ánimo de sostener lo insostenible y en un gesto fanfarrón y absurdo dirigido a los medios informativos, tomaron un apresurado baño mañanero en la playa de Tamarindos luciendo sus mullidas humanidades de burócrata, con el dudoso objetivo de evitar que se deteriorara la ya de por si magullada imagen turística del puerto. Dias después se rescató solo una foto de los dos sonriendo nerviosos sobre un fondo lodoso y rodeados de una muestra de la basura de las partes altas del anfiteatro porteño.



Hubo gente que aprovechó el extraño espectáculo para adentrarse en las orillas fangosas de la bahía y poder platicar que estuvieron parados en lugares que normalmente estaban sumergidos. Los hubo que interpretaron el aviso de la naturaleza y corrieron con toda la velocidad que les permitian sus piernas para ponerse a salvo de lo que venía a continuación.



Bahía de Acapulco, 9:15

La ola cruza la boca de la bahía estrellando una buena parte de su fuerza descomunal contra los acantilados de Punta diamante, Punta Bruja, la Roqueta y la Península de Las Playas, cubriendo por completo las rocas del islote de La Yerbabuena. La espuma llegó a mojar las palmeras que crecen al borde la zona rocosa y no pocas fueron arrancadas de cuajo.



Un segmento de la ola gigante entra como centella al interior del vaso de la bahía y al desparramarse disminuye su altura en un par de metros. En pocos segundos alcanza la zona de playas y se interna en la ciudad arrastrando con ella carros, gente, árboles y embarcaciones en una mescolanza que rueda machacando los edificios de la zona centro. Poco a poco se frena su acometida y la muralla de más de 1 kilometro de largo rebasa la Avenida Costera y la Cuauhtemoc llegando al borde mismo de las colonias de la zona media de la ciudad. Las colonias Las Playas, Centro, Hornos, Magallanes, Costa Azul y otras se encuentran bajo las aguas.



Puerto Marquez se hermanó con un puente de agua con el Revolcadero, la laguna de Tres Palos y la Zona Diamante.



La laguna de Coyuca se ayuntó en violento abrazo con la ola impetuosa que abrió una barra a todo lo largo del margen lacustre.



Acapulco diamante, 9:16

El tren se dirigió, completo y sin interrupción, a la zona de mayor desarrollo en el estado. Una mole de 8 metros de altura y casi 2 kilómetros de longitud pasó sin dificultad por encima de la zona más exclusiva de Acapulco y sin grandes trabajos llegó hasta la laguna de Tres Palos, anegando en su violenta acometida a pueblos que se encuentran en el margen norte de la laguna. En segundos se vinieron abajo años de esfuerzo y millones de dólares de inversión despreocupada que contaba con la confianza de que en este lugar nunca se había producido un fenómeno de esta naturaleza. Los inversionistas, al igual que nosotros, estaban muy equivocados.



Centro de comando de operaciones de rescate del Tsunami en Acapulco, 14:00 hr. Mensaje al resto del mundo.

“ Se confirma un evento de tsunami en la costas del estado de Guerrero. El sistema de alerta sismica y de tsunamis operó dentro de lo mínimo esperado”.



Se reporta también que por desgracia, la ciudad y su gente no podía reaccionar adecuadamente aún cuando fuera avisada con anticipación.



Meses después, con toda la ceremonia que requería el acto, se colocó una mojonera de modelo luctuoso recordando “para siempre” la fecha nefasta, al mismo tiempo que indicaba el nuevo alcance de la zona federal marítimo terrrestre de Acapulco. Quince días después, todo se empezó a sumergir en el tsunami del olvido.



*Nota 1: con el objeto de poder contar con suficiente tiempo para desarrollar la historia, la distancia a la que se generó el tsunami de manera forzada se fijó en 1400 km. Realmente la Trinchera de Acapulco se encuentra a tan sólo 160 kilómetros del puerto, lo cual reduce el tiempo de viaje de la onda a sólo 10 minutos.



**Nota 2: Los habitantes de la costa deben contar con su propio plan familiar de respuesta anti-tsunami considerando un tiempo mínimo de respuesta, buscando la protección de las partes altas mas cercanas ( los edificios no cuentan) a los lugares que se frecuentan durante las actividades diarias de los miembros de la familia.



Publicadas por Expedientes Y... a la/s 11:59 Etiquetas: acapulco, proteccion civil, tsunami

5 comentarios:

salmarina dijo...

Gracias por este relato de mucha enseñanza. De paso digo que he soñado muchas veces con una ola gigante que cubre las playas de la bahía acapulqueña empezando por el rumbo de Caleta. Básicamente el mayor peligro estará en las partes bajas y aledañas al mar. Hay que prepararnos, tanto con plan de protección civil, como en oración buscando con humildad la misericordia del Creador para que nos libre de la mala hora.



21 de febrero de 2009 14:49

Anónimo dijo...

PUES. QUE BUEN RELATO. Y EN VERDAD QUE NO ESTAMOS PREPARADOS PARA UN EVENTO ASI, DE MAGNITUDES INIMAGINABLES , LE HACE FALTA AL PUEBLO DE ACAPULCO FORJARCE UNA CULTURA DE INFORMARCE, QUE PUEDE PASAR Y COMO PODER REACCIONAR ANTE ESA SITUACION.PERO LO MEJOR Y MAS PELIGROSO ES QUE ESE EVENTO PODRIA ACTIVAR LA FALLA DE SAN ANDRES Y PODER UNDIRNOS EN EL MAR O QUEDARNOS COMO UNA ISLA, QUEDANDO ASI CHILPANCINGO COMO COSTA.... PUES ACAPULCO ES UN PESTAÑA SALIENTE DEL SERRO . Y DEBAJO ESTA EL ABISMO OSEA EL MAR.



23 de marzo de 2009 00:57

climb starr dijo...

Curiosamente leo este relato hoy que estoy de vacaciones en Acapulco.La marea ha estado alta y ayer el agua inundo la costera a la altura del Crown Plaza.Fui a revolcadero y no se podia pasar.Por eso buscaba informacion de Tsunamis en este puerto.Buen trabajo lo bueno es que ya regreso a mi amado D.F. En donde ahi muchas mas situaciones por que preocuparme que una colosal ola.



25 de julio de 2009 03:38

Anónimo dijo...

no puede ser,,me kede asi de =o como puede ser posible ,,pero mas k nada si es cierto debemos de ponernos ms atentos a todo lo que sucede a nuestro alrededor ,,,en poko tiempo no tardara en llegar una tal vex y nos barra como simples hormiguitas..wua ojala todos leieran este documento ...pero bueno ..ia veremos como se desarrolla esto y si estamos preparados o no ..me retiro muy buena informacion



3 de agosto de 2009 00:34

Anónimo dijo...

hola!!

lei tu relato, muy bueno. Espeluznante, pero bueno. Y me quedan algunas preguntas...el puerto tiene un plan en caso de que toque en las costas un tsunami?, hacen simulacros en las escuelas?, lo de las alarmas antisunamis...existen en el puerto?

gracias



2 de noviembre de 2009 06:18

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