Juan López
El Congreso del Estado debiera ser tribuna de mejores causas. Cuna de leyes tutelares honrando a su origen en Los Sentimientos de la Nación y el Primer Congreso del Anáhuac. Punto de acuerdo para combatir la pobreza, la desigualdad social y la falta de perspectivas de futuro para nuestras nuevas generaciones. Tantas urgencias sociales y los legisladores preocupados por la “cruda” de uno de sus prominentes.
Las penurias etílicas de un beodo agraciado son como las Noches de Ronda: hacen daño, dan pena y se acaba por llorar. Esa noche que se quebró sobre las tinieblas de la feria de Técpan.
Son las cinco de la madrugada. El amanecer atisba. Es hora propicia para la ordeña. El labriego parte rumbo a los corrales. La mujer inicia el sagrado fuego doméstico y comienza a esparcirse el santo olor de la panadería. ¡Ah, los albores de un nuevo día!.
Trivialidades diría Faustino Soto Ramos que nada tienen que ver con la poesía. Él había libado hasta que las horas se le acabaron. Medio millón de pesos que se embolsa mensualmente por su curul, deben tener un desquite. La apuesta, el derroche, vino, mujeres y barajas. Hay otro tipo de vida, más ruda y más barata, pero no es vida. El tumulento lo sabe.
Como a todo perdulario los hombres uniformados, en el cumplimiento de su deber, (Estamos en guerra y son instrucciones del Comandante Supremo), lo revisaron e inquirieron, su conducta zigzagueante y alocado comportamiento, -propio en todo borracho-, logró que lo sometieran. Dice él: “humillaron mi fuero, mancillaron mi noble investidura”. Briago.
El asunto es para el anecdotario, como vivencia alegre de la noche aquella en que me fuiste infiel. No es para tanto. El acuerdo Parlamentario ante el presidente Calderón y la Secretaría de la Defensa, es un exceso tan grave o peor que la zarandeada que le dieron a Justino los soldados, echándole a perder su borrachera.
PD: “Las próximas 24 horas no beberé”: A.A.
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